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¿y ahora?

Nunca encontré la perfección.

Conseguí asimilar que esta no existe; pero sí encontraba momentos, instantes, segundos perfectos.

Ahora solo veo imperfecciones, arañazos a todo lo que podría ser perfecto dentro de la imperfección.

Pese a todo, jamás perdía el rumbo de ese éxtasis de positividad sin límites, de felicidad sin explicación, sin motivo, sin necesidad de tenerlo.

Pero, ¿y ahora?

Todo está nublado, ya nadie entiende de valores, de segundas oportunidades, de buenas explicaciones, aunque al fin y al cabo estas acaban sirviendo de poco cuando alguien se ciega tanto en su propia mente cerrada.
Todo se nubla en el momento que eres imprescindible para los demás, porque también acabarás siendo vulnerable.
Está todo nublado desde que decidí poder con todo y más, desde que sobrepasé límites demasiado altos sin tener porque.

A todo como propuesta a ser mejor, a superarme, y sí, de algún modo u otro me superé, pero no como esperaba.

Tanto esfuerzo, tantas ganas... tantas decepciones.

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Sólo un objetivo.

Perseguir un sueño, aquel que hace que se te pongan todos los pelos de punta solo por imaginártelo, te lo imaginas de mil maneras, te montas miles de historias, pero sólo hay una historia, la que tu destino tenga preparado, siempre y cuando persigas aquello que deseas.

Mirando al frente.

Voy a dejar atrás a todo aquel que pide ayuda a gritos y luego no se deja ayudar, voy a dejar de preocuparme por aquellos que no muestran ni un pequeño interés por mi, voy a evitarme los dolores de cabeza por todas aquellas personas que creen necesitar ayuda cuando realmente en lo más profundo de ellos saben que van a seguir como hasta ahora. Voy a dejar atrás todo esto, todo lo que no me aporta nada bueno, y lo único que aporta es negatividad y sentirse uno mal. Voy a empezar a preocuparme por los que realmente están ahí, y sobretodo por mi, porque nadie me cuidará mejor que yo durante todo el camino de mi vida.